Alberto Coronado y Juan Pablo Rodríguez decidieron montar un circo en 1993. Un circo en el que cupieran todos: payasos para arrancar una sonrisa del público, malabaristas para llegar a tiempo en los encargos, magos para poner una pizca de ilusión, domadores para amansar a las “fieras”,…
Más de veinticinco años después, aquí seguimos, abriendo nuestra carpa día a día con la misma energía y entusiasmo.